Me entusiasmaba la idea (mejor dicho...me tenía enloquecido) de realizar una carrera de 100 kilómetros, saber si sería capaz de acabarla y en que condiciones, después de estar informándome una temporada, hubo una que me hechizó y después de enamorarme, me llamó con sus encantos de sirena, y como soy un hombre muy débil, solo pude sucumbir ante sus encantos... en Ronda, Málaga, Los 101 KM 24 HORAS LA LEGIÓN.
Tras un intento fallido en 2016 (hay dos carreras, la física y la de conseguir dorsal allá por enero), como soy terco, cabezota y le pongo tesón y perseverancia a las cosas (algunos dirán que cazurro), el 21 de enero, se abría la solicitud a las 10 horas de la mañana, a las 10:00:01 tenía adjudicada mi plaza....¡ESTE AÑO SÍ!
Mientras me coloco en mi ubicación, empiezo a hablar con multitud de participantes de todos lados, Madrid, Granada, Jaén, Badajoz, con los legionarios, y hablando con uno de ellos, sale el tema de la tierrina...y resulta que es de Sahagún de Campos...en cuanto acabamos de hablar, se dirige a los demás "lejías" y les dice en voz alta...a este me lo cuidáis que es de mi tierra,jajajaja
Nos acercamos a la zona de la Alameda del Tajo, donde teníamos cena preparada, estaba la feria del corredor y sería la zona de meta para el día posterior. Impecable todo, carpas montadas, todo orden, devoro la cena mientras conversamos de lo que se nos avecina mañana, mientras escucho las experiencias y consejos de otros participantes que la han hecho más años, me empiezo a dar cuenta de una cosa, los corredores se enganchan a esta carrera, oigo que todos han participado varias veces y piensan seguir en años posteriores, es de esas pruebas que tiene un plus que atrae...Me voy a dormir con la impaciencia de quién espera el regalo de reyes el día 6 por la mañana al levantarse...
Sábado....oigo un poco de revuelo, llevo mi cabeza fuera del saco de dormir, veo a un legionario colocándose sus guantes blancos impolutos y corneta en mano dirigirse a la parte alta de la grada del polideportivo, miro mi reloj, 7 en punto, comienza a interpretar el toque de diana, los cientos de participantes que nos encontramos allí nos incorporamos, esperamos que finalice para otorgarle una sonora ovación y ahora si que si...comienza el Rock N' Roll de verdad. Me preparo todo minuciosamente como mis manías me dictan, tanto lo que llevo conmigo como la mochila que voy a mandar al kilómetro 75 en el Tercio, reviso todo, desayuno y salimos hacía el campo de fútbol de Ronda donde tenemos que encontrarnos a las 9 horas, aunque mi salida no será hasta las 11 de la mañana.
Sobre el césped contemplamos primero la salida de las MTB que será una hora antes que la nuestra, la banda de la Legión no para de tocar, el tambor se introduce dentro de mi organismo a modo de los tambores de guerra Apaches. Se va acercando la hora, nos dejan colocarnos por fin en la pista de atletismo, falta la arenga final, que concluye con los vivas estruendosos y sé que ya no queda otra...o lo consigo o me caerá un infierno que no me permitirá cumplir mi sueño....
Arrancamos por las calles de Ronda, un apoyo y ánimo constante, a los 500 metros veo a Superpaco, no puedo evitar darle un grito de apoyo y admiración, me parece increíble lo que hace, incluso nos introducimos dentro de la histórica plaza de toros de Ronda para dar una vuelta a su coso, nada más salir del casco urbano y primeros descampados, se produce la primera consecuencia de estar un par de horas dentro del campo de fútbol ingiriendo líquidos.....visita masiva de los corredores a los matorrales para las aguas menores...ahora si ya estoy listo y preparado para ponerme a ritmo crucero...
Había leído que los primeros 30 km eran muy corríbles, y por lo que vi en el perfil así me lo parecía, es el principio, se va con muchas fuerzas, así que toca sacar el regulador para no gastar, queda mucho y hay que ser cautos. Me siento genial, paisaje precioso de la Serranía de Ronda, chsipea a ratos y no hace el calor que por estos lares es acostumbrado, sobre el kilómetro 15 nos introducimos en el campo de tiro y maniobras de la legión de Navetas, puro campo todo el recorrido, avituallamientos impecables, hasta en medio de la nada, encontramos una cisterna a modo de fuentes, va todo viento en popa...
Paisaje lleno de cortijos y pueblos blancos en la lejanía a lo largo de las provincias de Málaga y Cádiz, vamos pisando terreno de todos los tipos, y de todas las formas, llaneas, cuesta arriba, bajada...grabados se me quedarán los pueblos que además de Ronda pasaremos y que me gustaría nombrarlos porque aparte de que son preciosos, nos apoyaron y animaron de una manera envidiable, era como un avituallamiento de ánimos para los participantes, pura energía....en algunos de ellos había un pasillo humano como los que suelo ver a los ciclistas cuando suben los grandes puertos del tour, vuelta o giro....increíble. Arriate, Alcalá del Valle, Setenil de las Bodegas, Montejaque, Benaoján...
Me encuentro genial, disfrutando dentro de todo lo posible, me hidrato y alimento contundentemente, voy con mucha energía, cuando alrededor del kilómetro cincuenta y pico, empiezo a notar algo que me cambiará la carrera por completo....siento un dolor en la parte interior del pie derecho, no le doy importancia, dolores siempre hay y se aguantan....pero va siendo más intenso, llego al avituallamiento de Setenil de las Bodegas por primera vez me quito la zapatilla y el calcetín, y me veo una bola pequeña en el tendón....me coloco ambos otra vez y después de recompuesto sigo para delante con mi quijotera solo puesta en continuar.
Pero como dos o tres kilómetros después, se me va haciendo insoportable la pisada, llego a ir cojeando, saco el réflex que llevo conmigo, pero no me hace nada, en llano y cuesta abajo hace que se me salté alguna lágrima de dolor al intentar ir normal....empiezo a echar cuentas y me queda una maratón....psicológicamente me vengo abajo, calculo a cuanto voy por kilómetro y me desespero, lo paso verdaderamente mal hasta el kilómetro 70 aproximadamente, ahí me digo a mi mismo que me deje de hostias, lo importante es conseguir llegar, e ir marcándome pequeños objetivos. El siguiente era llegar al cuartel de la Legíón en el 75 donde tendríamos cena caliente, me había mandado una mochila y desde donde sé que a partir de ahí me caerá la noche.
Salgo del Tercio, ya concienciado de que no tengo que mirar el reloj, pienso sólo en llegar...en el cuartel me miró una podóloga el pie y me cambio la atadura de la zapatilla, pero ya voy cojo, se me ha extendido del tobillo a la espinilla derecha.
Cae la noche, me pongo el frontal y la luz de posición trasera, baja la temperatura considerablemente, empieza la parte del recorrido que más me gustaba y esperaba, puro monte....pero ahora mismo se ha convertido en un infierno con el cuentrakilómetros descendiendo muy lentamente...solo hay un consuelo, en la partes muy empinadas hacia arriba solo noto un dolor mucho más leve, así que para mí es un oasis, voy con las fuerzas intactas, y puedo apretar los dientes, manos a los cuádriceps y p'arriba como les cabres.
Una cosa tenía clara, no podía parar, como se me enfriará...me derribaría, así que paradas justas, y a continuar como un martillo pilón. A pesar de todo puedo disfrutar de algunas de los lugares más bellos de la carrera, como la bajada a la ermita de Montejaque, o faltando siete u ocho kilómetros, en medio de la oscuridad absoluta se divisa Ronda iluminada a lo lejos, destacando el puente nuevo que a modo de faro en el mar hace que se fijé mi mirada, apretó los dientes y me digo a mí mismo, ya no me detiene nada....
Me puede la felicidad sobretodo lo demás en los últimos kilómetros, queda la cuesta del cachondeo, previo a introducirnos en el casco urbano de Ronda, empiezo a preparar mi entrada en meta, saco mi bandera de León, y cuando llego a la Alameda del Tajo es una mezcla de satisfacción, felicidad, dolor, lo he conseguido, y quiero saborear mi entrada....mi último pensamiento en carrera antes de cruzar la línea de llegada es para la que un día fue mi abuela, mi segunda madre y el destino quiso que un día también mi niña pequeña, es mi fuerza y mi energía y que sé, que allí donde esté nunca me deja caer...
Al final realizo 14 horas y 43 minutos, me entregan el forro polar y la pedazo de medalla (hasta hace dos años daban el "ladrillo"), me abrigo, ya que hace bastante frío en la madrugada, la temperatura debe haber bajado hasta los 6 o 7 grados, y me dirijo a las carpas donde nos tienen preparadas las cenas para según vayamos finalizando recuperemos y empecemos a volver a la normalidad, mientras pienso que lo he conseguido, soy CIENTOUNERO....
Cae la noche, me pongo el frontal y la luz de posición trasera, baja la temperatura considerablemente, empieza la parte del recorrido que más me gustaba y esperaba, puro monte....pero ahora mismo se ha convertido en un infierno con el cuentrakilómetros descendiendo muy lentamente...solo hay un consuelo, en la partes muy empinadas hacia arriba solo noto un dolor mucho más leve, así que para mí es un oasis, voy con las fuerzas intactas, y puedo apretar los dientes, manos a los cuádriceps y p'arriba como les cabres.
Una cosa tenía clara, no podía parar, como se me enfriará...me derribaría, así que paradas justas, y a continuar como un martillo pilón. A pesar de todo puedo disfrutar de algunas de los lugares más bellos de la carrera, como la bajada a la ermita de Montejaque, o faltando siete u ocho kilómetros, en medio de la oscuridad absoluta se divisa Ronda iluminada a lo lejos, destacando el puente nuevo que a modo de faro en el mar hace que se fijé mi mirada, apretó los dientes y me digo a mí mismo, ya no me detiene nada....
Me puede la felicidad sobretodo lo demás en los últimos kilómetros, queda la cuesta del cachondeo, previo a introducirnos en el casco urbano de Ronda, empiezo a preparar mi entrada en meta, saco mi bandera de León, y cuando llego a la Alameda del Tajo es una mezcla de satisfacción, felicidad, dolor, lo he conseguido, y quiero saborear mi entrada....mi último pensamiento en carrera antes de cruzar la línea de llegada es para la que un día fue mi abuela, mi segunda madre y el destino quiso que un día también mi niña pequeña, es mi fuerza y mi energía y que sé, que allí donde esté nunca me deja caer...
Al final realizo 14 horas y 43 minutos, me entregan el forro polar y la pedazo de medalla (hasta hace dos años daban el "ladrillo"), me abrigo, ya que hace bastante frío en la madrugada, la temperatura debe haber bajado hasta los 6 o 7 grados, y me dirijo a las carpas donde nos tienen preparadas las cenas para según vayamos finalizando recuperemos y empecemos a volver a la normalidad, mientras pienso que lo he conseguido, soy CIENTOUNERO....
Quisiera dar las gracias a todos los que me mandasteis mensajes de apoyo, a través de cualquier vía, o una voz de aliento, no os imagináis en los momentos duros que lo estas pasando mal como me revitalizaban, a mi equipo, perdón equipazo TORTUGAS TRAIL LEÓN, por todo su apoyo en todo momento, yo no digo que haya equipos mejores o peores, pero sé que es imposible sentirse mejor y estar más a gusto en otro lado por el valor humano de cada uno de sus integrantes, y como no, a la LEGIÓN, por hacer posible esta "locura", con una organización perfecta, una atención para todo en cualquier instante, de todo legionario que me encontré a lo largo de los 101 kilómetros cumpliendo sus funciones asignadas recibí unas palabras de aliento y apoyo a pesar de las muchas horas que llevaban y la cantidad de corredores que por allí pasábamos, gracias por hacer posible una prueba que tiene una mística que rebasa que sea simplemente una carrera....
Desde la tranquilidad de la recuperación de la tendinítis del tibial, empiezo a escuchar otra vez la voces de sirena que me van engatusando hacía nuevos destinos......101 peregrinos, volver a Ronda, LXVII millas romanas...
¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA LEGIÓN!
GO TORTUGAS GO!!!
Marcos
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